El dolor de la pérdida.

Las emociones, los apegos y el dolor de la pérdida. 

Las emociones rigen nuestras vidas, por mucho que queramos vivir desde el pragmatismo y el desapego.

Nuestras relaciones, nuestras inclinaciones, nuestras decisiones, nuestros retos laborales, nuestra capacidad para generar negocios, todas tienen un nexo común: las emociones.

Unos las controlan con argumentos mentales (lógica, análisis…), otros desde el factor emocional (sentimentalismo, idealismo, etc.)
Los sentimientos son los canales de expresión que controlan nuestros pensamientos, construyen nuestras palabras y dan forma a nuestro lenguaje (tanto corporal como verbal)
Los sentimientos  generan flujos de energía que nutren nuestro Ser. Estos centros de energía o Chakras, distribuirán a los órganos que dependan de ellos todo lo que generen.
La vida es cambio, un cambio constante. Por otro lado, nuestro ego se apega a lo aparente, Nos volcamos sentimentalmente con los seres que comparten nuestra realidad y actuamos según los roles que a cada uno le otorgamos.
El amor, o al menos una de sus formas, situará a cada uno dentro de nuestro corazón, según el grado de afecto que le tengamos.
Cuando un ser querido desaparece, se produce un “shock” en nuestra vida. Todo se para, todo se relativiza, todo adquiere un matiz distinto. Intentar frenar el dolor es como intentar taponar la erupción de un volcán, frenar la embestida de un tsunami o tapar las grietas de un terremoto.
Cada persona vivirá el dolor a su forma…el dolor es un sentimiento muy íntimo y peculiar.
Hay que dejar que el dolor se manifieste, que se exprese sin reparo, sin malestar ni miedo a sentirse juzgado…el dolor convulsionará nuestro organismo, nos llevará a lugares inexplorados a sensaciones que nos desarmarán, que nos arrancarán hasta el último aliento…hasta tocar fondo…entonces el alma insuflará de nuevo fuerza en nuestro Ser y nos permitirá volver a conectar con la vida, con nuestro propósito y nuestra función. Su huella, como una cicatriz, nos acompañará siempre.
Un pensamiento nos reconforta: el tiempo pasará, nuestras vidas llegarán a su fin y entonces volveremos a encontrarnos, volveremos a ver a los seres que tanto amamos. Comprenderemos que nuestras almas son eternas, que la vida es una obra en la que representamos un papel, el papel justo y necesario para que nuestra Alma se engrandezca, para poder acercarnos más a Dios.
Volveremos a encarnar, nos volveremos a encontrar y volveremos a sentir, hasta aprender la realidad  del amor incondicional.
La vida está llena de magia… es un regalo increíble, una oportunidad única, una creación digna de Dios.  Somos almas que viven experiencias físicas. La vida es una escuela, un laboratorio donde las emociones tienen un papel protagonista y la alquimia del amor puede lograrlo todo, o casi todo.
Nuestra rendición (aceptación incondicional) y nuestro agradecimiento nos acercarán a Dios, engrandecerán nuestra alma y nos aportarán Luz.
No es sencillo entender la obra de Dios, sólo podemos aceptarla desde la fe y el amor incondicional. Que su voluntad gobierne nuestras vidas y su amor nos de fuerzas para asumir lo que el destino nos depare, -lo que en su momento acordamos vivir. No podemos controlar las experiencias que la vida nos regala, pero está en nuestras manos el gestionarlas de forma positiva y desde el amor.
Nada ni nadie nos puede privar de nuestra libertad, de nuestro propósito y de lo que el amor nos inspire.
Desde mi corazón os comparto mis mejores sentimientos y mi fuerza.

Jordi Planes.

Escritor & Coach.

Os recomiendo una película: "Más allá de los sueños".